Elegimos un lugar tranquilo para meditar y nos sentamos en una posición cómoda. Podemos sentarnos en la postura tradicional con las piernas cruzadas o en cualquier otra posición que sea cómoda. Si queremos, podemos sentarnos en una silla.
Nos sentamos con los ojos entreabiertos y enfocamos nuestra atención en la respiración. Respiramos con naturalidad a través de las fosas nasales, sin tratar de controlar la respiración, e intentamos ser conscientes de la sensación de la respiración mientras entra y sale de las fosas nasales.
Esta sensación es nuestro objeto de meditación. Debemos tratar de concentrarnos en él, excluyendo todo lo demás.
En un primer momento, nuestra mente estará muy ocupada, e incluso podemos sentir que la meditación hace que nuestra mente esté todavía más ocupada, pero en realidad sólo somos más conscientes de lo ocupada que nuestra mente está en realidad ,sin darnos cuenta.
Sentiremos la tentación de seguir los diferentes pensamientos que vayan surgiendo, pero hemos de intentar evitarlo y concentrarnos de manera convergente en la sensación de la respiración. Si descubrimos que nuestra mente se distrae y sigue nuestros pensamientos, volvemos de inmediato a la respiración ,dulcemente, pero tantas veces como sea necesario hasta que la mente se asiente en la respiración.
Si practicamos pacientemente, poco a poco nuestras distracciones irán disminuyendo y experimentaremos una sensación de paz interior y relajación. Nuestra mente se volverá lúcida y espaciosa y nos sentiremos restablecidos.
Cuando el mar está encrespado, el sedimento se agita y el agua se enturbia, pero cuando el viento cesa, el lodo se asienta poco a poco y el agua se vuelve clara. De manera similar, cuando el flujo incesante de nuestras distracciones se calma a través de la concentración en la respiración, la mente se vuelve lúcida y clara.
Podemos ver en esta práctica que es posible experimentar la paz interior y satisfacción con sólo controlar la mente, sin tener que depender de las condiciones externas. Gran parte del estrés y la tensión que sufrimos viene de nuestra mente.
Cuando la turbulencia de las distracciones disminuye y nuestra mente se calma, una felicidad profunda yalegría surge de forma natural. Este sentimiento de satisfacción y bienestar, nos ayuda a hacer frente a las ocupaciones y las dificultades de la vida cotidiana.
Si practicamos la meditación la respiración durante diez o quince minutos cada día, podremos reducir nuestro estrés. Experimentaremos una sensación de calma, y amplitud en la mente, y muchos de nuestros problemas se desvanecerán. Las situaciones difíciles se vuelven más fáciles de tratar, y nuestras relaciones con los demás mejorarán gradualmente.
Meditar mejora nuestra calidad de vida dramáticamente y sólo aquellos que la practican lo saben.
Fuente:cuánticamania
Muchas gracias por vuestro tiempo y hasta pronto.
HORUS
No hay comentarios:
Publicar un comentario