(Para quienes empiezan, para quienes siguen...)
Observa tu cuerpo sin hacer nada, sin responder. Lo de dentro, lo de fuera, sea lo que sea que percibes. No reaccionas ni juzgas ni opinas, no te dices que está bien o está mal, sólo observas lo que ocurre. Sea lo que sea lo aceptas, está ahí. Y sigues en tu respiración, ese ritmo que no cesa. ¿Hasta dónde llega dentro de tu cuerpo? Deja que vaya tan profundamente como necesite ir. Y sigues quieto. Sencillamente observas tu respiración, tu cuerpo. Estás ahí, presente, sin más.
Date cuenta de cómo pasan tus pensamientos. Vienen y van, como tu respiración. Ahora surge esto y un poco después… ya no está. Hay otra cosa, otra idea, otro recuerdo, otra imagen. Y se va. Y no respondes, no los retienes, no los elaboras, dejas que pasen. No cavilas.
Y continúas quieto, cada vez más aquietado, más en calma. ¿Dónde está tu respiración ahora? ¿Se ha hecho un poco más profunda? En la práctica de meditación permites que la sensación del aire entrando en ti llegue hasta el vientre. Un poco por debajo del ombligo, un poco hacia adentro. Si antes percibiste que estabas cerrando la boca del estómago, el plexo solar, permite ahora que se suelte. No tienes que hacer nada, simplemente permite que caiga, deja de sujetarlo y la sensación de respirar se ampliará hasta tu vientre.
Tan sólo respiras y estás quieto y en silencio. Esta es la actitud interna en meditación.
Independientemente de la postura en que practiquemos meditación, hay una serie de puntos básicos que cuidamos de colocar en nuestro cuerpo. Esto es fundamental para conseguir una estructura interna relajada, que permite la circulación de energía y mantiene nuestro cuerpo alineado con el eje de la conciencia y la energía vital: Tierra – Hombre – Cielo.
Para asimilar mejor esto, podemos imaginar una línea que viene a nosotros desde el centro de la Tierra, entra por el perineo (primer chakra – punto hui yin) y sale por lo alto de la cabeza (séptimo chakra – punto bai hui) hacia las estrellas, recolocamos nuestra columna siguiendo ese eje. Es la misma estructura del practicante de Taichichuan.
1. Tirón de lo alto. Buscamos la sensación de tirón de lo alto de la cabeza, es como si todo nuestro cuerpo colgara de ese punto, sostenido por el espíritu. Como una camisa colgando de un percha.
2. Ojos cerrados o entornados, mirando en línea con la punta de la nariz. La mirada queda fija y perdida en un punto del suelo delante nuestro.
3. Lengua apoyada en el paladar, por detrás de los dientes superiores.
4. Barbilla recogida, como buscando el cuello de la camisa con nuestro mentón, liberando las vértebras cervicales.
5. Cuerpo relajado pero erguido, nuestra columna es como un collar de perlas que colgara suelto desde arriba.
6. La atención en el vientre. En el Dantian, tres dedos por debajo del ombligo y unos cuatro hacia adentro. Seguimos la respiración imaginando que llega hasta el Dantian, notamos cómo llega el Chi, la energía vital.
7. El coxis bascula hacia atrás, liberando la zona lumbar de la columna.
A lo largo de toda la meditación nos aseguramos de mantener esta estructura.
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HORUS
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