También se hace antes de acostarnos, no debemos preocuparnos si nos dormimos.
Nos dejamos llevar, fluir, poco a poco con la practica visualizaremos las imágenes con nitidez.
Ahora hacemos varias respiraciones diafragmáticas, suavemente, tomando contacto con nuestra respiración.
Caemos en la cuenta como respirando lentamente nos vamos relajando de forma lenta y profunda.
Ahora que nuestra respiración es relajada, es el momento de vaciar nuestros pulmones, volvemos a inspirar por la nariz y exhalamos por la boca con fuerza, notaremos cuerpo y mente totalmente relajados, en paz y en sosiego.
Seguimos con la respiración lenta y profunda, centramos la atención en la parte de superior de la cabeza, en la coronilla, poco a poco vamos bajando por todo el cuerpo, si hay alguna parte que aún no está relajada, pensamos en ella y le envíamos el oxigeno necesaria para que se relaje, imagínemoslo, visualízemoslo.
Imaginamos o visualizamos como a través de la piel eliminamos toda molestia o dolor de esta zona.
Cada vez que respiremos la relajación será más profunda, pensamos en un lugar especial donde nos encontremos bien, calmados/as, tranquilos/as…
Visualizamos cada rincón de esta imagen, o lo imagínamos, nos sentimos libres para crear nuestro tu rincón especial.

Miramos a nuestro alrededor, alguien nos espera para conversar, no tengamos miedo, poco a poco se acerca, es nuestro guía, nuestro consejero interior.
Lo saludamos y acogemos, escuchamos su nombre, es lo primero que acudirá a nuestra mente.
Solo tenemos que escuchar, es nuestro ser interior y esta alegre porque por fin nos hemos dado cuenta de que estaba ahí, prestemos atención, escuchemos, estamos hablando con nuestro interior, ese gran desconocido: la llave de la felicidad, del sosiego y la paz.
El ser interior sabe todo de nosotros, porque es nuestro reflejo proyectado, nos dirá cosas que sabemos. Ahora es el momento de hablar de aquellas cosas que nos preocupan, quizás nos diga que no es el momento, o que sí lo es, o simplemente que esperemos… espiramos vaciando nuestros pulmones y aspiramos llenándonos de oxigeno y cuando venga alguna frase a nuestra mente, esa es la respuesta, no nos agobiemos.
Meditemos la pregunta y la contestación que hemos recibido.
Preguntamos cuando espiramos y las respuestas llegan cuando inspiramos.

Cuando terminemos de hablar, nos despediremos con un abrazo, con un adiós cordial o como deseemos, pero tengamos presente siempre nuestro guía estará dispuesto a encontrarse con nosotros, solo debemos estar dispuestos/as a buscarlo.
Ahora nos céntramos de nuevo en la respiración, caemos en la cuenta de que estamos mejor, tenemos más energía… soltamos el aire por la boca un par de veces con fuerza y cuando creamos conveniente salimos de esta meditación poco a poco, abriendo los ojos, moviendo las manos y pies…
A partir de ahora sabemos que no estamos solos/as.
Desconozco autor
Jesús Miravalles
No hay comentarios:
Publicar un comentario