
La mente es muy salvaje. La experiencia humana está llena de imprevisibilidad y paradójicamente, de alegrías y tristezas, éxitos y fracasos. No podemos escapar de ninguna de estas experiencias en el vasto terreno de nuestra existencia. Es parte de lo que hace la vida más vasta y también es la causa de que nuestra mente corra tan locamente. Si podemos entrenarnos a través de la meditación para ser más abiertos y más tolerantes en el abanico de nuestra experiencia, si podemos aceptar las dificultades de la vida y conducir nuestra mente, podemos llegar a ser más estables y relajados en medio de lo que la vida nos trae.
Hay muchas maneras de trabajar con la mente. Una de las más efectivas es a través de la meditación sentados. Ella nos abre a cada momento de nuestra vida. Cada momento es totalmente único y desconocido. Nuestro mundo mental es aparentemente predecible y aprehensible. Creemos que pensar en todos los eventos y las tareas pendientes de nuestra vida nos dará seguridad. Pero es toda una fantasía, y este mismo momento, sin superposición conceptual, es completamente único. Es absolutamente desconocido. Nosotros nunca hemos experimentado este mismo momento antes, y al momento siguiente no será el mismo del que nos encontramos ahora. La meditación nos enseña cómo relacionarnos con la vida directamente, por lo que realmente podemos experimentar en el momento presente, sin superposición conceptual.
No meditamos para estar cómodos. En otras palabras, nosotros no meditamos sentirnos bien todo el tiempo. Me imagino las ondas de choque que pasan a través de ustedes mientras leen esto, porque muchas personas vienen a la meditación simplemente para sentirse mejor. Sin embargo, el propósito de la meditación tampoco es sentirse mal. Más bien, la meditación nos da la oportunidad de lograr una apertura, una atención compasiva ante lo que está pasando. El espacio de la meditación es como el vasto cielo, lo suficientemente amplio como para dar cabida a cualquier cosa que surja.

Si la meditación fuera simplemente sentirse bien (y creo que todos nosotros en secreto teníamos esa esperanza), a menudo sentiríamos que algo debemos estar haciendo mal. Porque a veces, la meditación puede ser una experiencia difícil. Una experiencia muy común del meditador, en un día típico o un retiro típico, es de aburrimiento, inquietud, dolor en las rodillas .Hasta mentalmente podríamos sentirnos incómodos. En cambio, la meditación trata de una apertura compasiva y de la capacidad de estar con uno mismo en cualquier situación y experiencia. En la meditación, estamos abiertos a lo que la vida presenta. Es tocar la tierra y volver a estar aquí. Si bien algunos tipos de meditación pretenden lograr estados especiales y de alguna manera trascender o elevarse por encima de las dificultades de la vida, el tipo de meditación en que me he entrenado y de la que estoy hablando aquí es para despertar plenamente a nuestra vida…es acerca de cómo abrir el corazón y la mente a las dificultades y a las alegrías de la vida tal como es. Y los frutos de este tipo de meditación son ilimitados.
Cuando meditamos, estamos nutriendo cinco cualidades que empiezan desarrollarse durante los meses y años de práctica. Puede que le resulte útil conectarte con estas cualidades cuando te preguntas, ¿Por qué estoy meditando?
Firmeza
Lo primero que estamos haciendo cuando meditamos es cultivar y nutrir la firmeza para con nosotros mismos. Hablé con alguien sobre esto una vez, y me preguntó: ¿Es ésta firmeza como un tipo de lealtad? A qué estamos siendo fieles? A través de la meditación, estamos desarrollando lealtad hacia nosotros mismos. Esta constancia que cultivamos en la meditación se traduce inmediatamente en lealtad a uno mismo en las experiencias de vida.

Tenemos una tendencia a poner una gran cantidad de etiquetas, opiniones y juicios en la parte superior de lo que está pasando. Lealtad, firmeza a ti mismo, significa soltar esas etiquetas u opiniones Así que, en cierto modo, parte de la firmeza es que cuando notas que tu mente va a un millón de kilómetros por hora y estás pensando en todo tipo de cosas, hay algo auténtico que simplemente sucede sin ningún esfuerzo: te quedas con tu experiencia, la aceptas. En la meditación, desarrollas esta cualidad de fomentar la lealtad, la constancia y perseverancia hacia ti mismo. Y a medida que aprendemos a hacer esto en la meditación, nos volvemos más capaces de perseverar en todo tipo de situaciones fuera de nuestra meditación, o lo que llamamos postmeditacion.
Visión clara

En la meditación, te estás moviendo más y más hacia ti mismo, y comienzas a entenderte mucho más claramente. Comienzas a ver claro, sin un análisis conceptual, ya que con la práctica regular, ves lo que estás haciendo, una y otra vez. Pasas la misma película una y otra y otra vez en tu mente. El nombre de la pareja puede ser diferente, el empleador puede ser diferente, pero los temas son un tanto repetitivos. La meditación nos ayuda a vernos con claridad a nosotros mismos y a los patrones habituales que limitan nuestra vida. Comenzamos a ver nuestras opiniones con claridad…nuestros juicios…nuestros mecanismos de defensa. Profundiza la comprensión de nosotros mismos.
Coraje
La tercera cualidad que cultivamos en la meditación ocurre cuando nos permitimos sentarnos en meditación con nuestra angustia emocional. Creo que es importante establecer esto como una cualidad independiente que se desarrolla en la práctica, porque cuando experimentamos estrés emocional en la meditación (y lo haremos), a menudo nos sentimos como que estamos haciendo algo mal. De modo que la tercera cualidad que se desarrolla es la valentía, el surgimiento gradual de coraje. Creo que la palabra gradual aquí es muy importante, ya que puede ser un proceso lento. Pero con el tiempo, desarrollarás el coraje ante el malestar emocional, así como ante las pruebas y tribulaciones de la vida.

Por medio de este valor, se nos da la gracia de un cambio en nuestra visión del mundo, aunque sea muy leve. La meditación nos permite ver algo nuevo que nunca hemos visto antes o entender algo nuevo que nunca hemos entendido. A veces llamamos a estos dones: bendiciones de la meditación. Aprendemos cómo apartarnos de nuestro propio camino el tiempo suficiente como para que haya espacio para que nuestra propia sabiduría se manifieste, y esto sucede porque no estamos reprimiendo más esta sabiduría.
Al desarrollar el coraje para experimentar sufrimiento emocional en el nivel más difícil, podemos estar sentados allí con él, en meditación, sintiendo un gran confort interior. Porque en ese momento, cuando no estamos identificados con esa montaña de emociones, comenzamos a tomar contacto con el sentimiento, la energía subyacente tras las emociones. Comenzamos a dejar de lado las palabras, las historias, lo mejor que podemos, y permanecemos sentados allí. Una parte de nosotros quiere seriamente despertar y abrirse. Experimentar nuestra angustia emocional y cultivar todas estas cualidades de perseverancia, visión clara y valor, realmente sacude nuestros patrones habituales. Por eso la meditación relaja nuestros condicionamientos, afloja la forma en que nos adherimos a ellos, la manera en que perpetuamos nuestro sufrimiento.
Atención

La vida nunca es predecible. Usted puede decir: Oh, me gusta lo impredecible, pero que esto suele ser cierto sólo hasta cierto punto, siempre y cuando la imprevisibilidad sea sobre algo divertido y aventurero. El aceptar el momento presente y lo desconocido, es algo muy poderoso para los que quieran despertar y abrir su corazón y su mente. El momento presente es el fuego generativo de nuestra meditación. Es lo que nos impulsa hacia la transformación. En otras palabras, el momento presente es el combustible para nuestro viaje personal. Si usted pregunta por qué meditamos, yo diría que entre otras cosas, podemos llegar a ser más flexible y tolerantes con el momento presente.
No es Gran Cosa
La quinta y última cualidad respecto a por qué meditamos es lo que yo llamo un gran problema. Que es lo que quiero decir cuando digo que llegamos a ser flexibles al momento presente.
Sí, con la meditación podemos experimentar visión profunda, o la magnífica sensación de gracia o bendición, o el sentimiento de transformación y el valor recién descubierto, pero entonces: no es gran cosa.
Esta fue una de las más grandes enseñanzas de mi maestro, Chögyam Trungpa Rinpoche: no es gran cosa.

La meditación nos ayuda a cultivar este sentimiento de “No es nada del otro mundo”, no como una declaración cínica, sino como un estado de humor y flexibilidad. Lo vemos todo, y esto nos permite amarlo todo.
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Jesús Miravalles Gil
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