11 de febrero de 2014

EL BUDISMO, UN MODELO DE VIDA

Para aquellos que hemos soñado con las elevadísimas cimas de el Tibet y que comenzamos nuestra búsqueda espiritual con los libros de Lobsang Rampa -que digan lo que digan de él, me abrió los ojos a realidades diferentes y a formas de pensar distintas de las que la televisión ya se estaba esforzando en imprimir en mi mente-, el bodhisattva es una figura muy humana y a la vez suprahumana, que a pesar de su avanzada evolución y evidente despertar, decidía no ingresar al celestial Nirvana hasta que el último de sus congéneres lo hiciera también.
Para quienes pasamos la juventud suspirando por la serena paz de los templos de Lhassa y que incursionamos por el budismo tibetano del Camino del Diamante, la figura del Bodhisattva era familiar, admirable y excepcional. Pero, ¿Cómo podía una persona que logra despertar de la Ilusión, rehusar integrarse a la unidad con el Todo y dedicarse a intentar abrir las pétreas mentes de sus semejantes para llevarlos a la Luz, empleando para ello centenares de vidas adicionales? ¡Increíble! Pero es la meta de centenares de budistas y era también la de nosotros, juveniles admiradores de las filosofías orientales.
No tendría lógica esta actitud desde nuestro punto de vista, (que por ahora es el punto de vista del Ego). Hemos sido  educados para sobresalir y dominar. Para competir y si es posible, vencer al otro. ¿Cómo entonces, podríamos esperar a nuestros rivales, en lugar de darnos el gusto de dejarlos rezagados para siempre?
Lo opuesto tiene en cambio toda la lógica cuando nos desplazamos de la mencionada percepción usual de nuestra realidad, hacia la visión de la Humanidad como Unidad.
Cuando nos damos cuenta de que somos solamente Uno, ¿Tendría sentido que una fracción del Uno permaneciera en la oscuridad, mientras que solo una pequeña parte disfrutara de la Eternidad? Ciertamente no. El Ser no puede fraccionarse. Somos la Filiación. ¡El Hijo de Dios!
Allí arribamos a la nueva y necesaria forma de pensar:
Si no anhelo la felicidad de cada una de las personas que me rodean, no merezco el despertar
(porque el despertar se hace simplemente imposible en esas condiciones).
                          Sabiduría Budista
Jesús Miravalles Gil
                            
 

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