8 de marzo de 2014
EL CRIMEN DE CUENCA (película)
Uno de los errores judiciales más sonados de España cumple cien años. Un asesinato sin muerto.
Pasó a la historia como uno de los mayores errores judiciales y fue utilizado por la prensa de la época para cuestionar el sistema, el jurado popular y los métodos de la Guardia Civil. Acabó siendo conocido como El crimen de Cuenca, un asesinato sin muerto del que ahora se cumplen cien años y que Pilar Miró trasladó a la gran pantalla en 1979 en una película del mismo nombre que generó igual polémica.
El 21 de agosto de 1910 las vidas del mayoral León Sánchez Gascón y del guarda Gregorio Valero Contreras se torcieron. Su compañero José María Grimaldos López, de 28 años de edad, conocido como el Cepa y pastor en la misma finca donde trabajaban, desapareció sin dejar rastro entre los pueblos conquenses de Tresjuncos y Osa de la Vega. Su apodo obedecía a un doble motivo: apenas medía metro y medio de estatura y su inteligencia era igualmente corta. Su familia enseguida sospechó de León y Gregorio, que tanto hacían sufrir al pobre del Cepa por mofarse continuamente de él. Presuntamente le habían asesinado para apropiarse del dinero procedente de la venta de unas ovejas.
La denuncia acabó siendo archivada por falta de pruebas hasta que en 1913 llegó al Juzgado de Belmonte (Cuenca) el juez Emilio de Isasa, que reabrió el caso y ordenó la detención de León y Gregorio. Los brutales interrogatorios de la Guardia Civil -uñas arrancadas, palizas y comidas sin agua a base de bacalao sin desalar- hicieron el resto: acabaron confesando el asesinato y posterior descuartizamiento del Cepa. El jurado popular los culpó tras debatir media hora y los enviaron 18 años a la cárcel; aunque salieron doce años después, sus vidas quedaron destrozadas y marcadas por la desconfianza general.
Jesús Miravalles Gil
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