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23 de septiembre de 2015

CUENTOS PARA CONTAR Y PENSAR

                                         EL ÁRBOL QUE NO SABÍA QUIÉN ERA
Había una vez en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso con árboles de todo tipo: manzanos, perales, naranjos, grandes rosales,... Todo era alegría en el jardín y todos estaban muy satisfechos y felices. Excepto un árbol que se sentía profundamente triste. Tenía un problema: no daba frutos.
-No sé quién soy... -se lamentaba-.
-Te falta concentración... -le decía el manzano- Si realmente lo intentas podrás dar unas manzanas buenísimas... ¿Ves qué fácil es? Mira mis ramas...
-No le escuches. -exigía el rosal- Es más fácil dar rosas. ¡¡Mira qué bonitas son!!
Desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no conseguía ser como los demás, cada vez se sentía más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves. Al ver la desesperación del árbol exclamó:
-No te preocupes. Tu problema no es tan grave... Tu problema es el mismo que el de muchísimos seres sobre la Tierra. No dediques tu vida a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo tal como eres. Para conseguir esto, escucha tu voz interior...
¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?... -se preguntaba el árbol angustiado y desesperado-. Después de un tiempo de desconcierto y confusión se puso a meditar sobre estos conceptos.
  Finalmente un día llegó a comprender. Cerró los ojos y los oídos, abrió el corazón, y pudo escuchar su voz interior susurrándole:
"Tú nunca en la vida darás manzanas porque no eres un manzano. Tampoco florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu destino es crecer grande y majestuoso, dar nido a las aves, sombra a los viajeros, y belleza al paisaje. Esto es quien eres. ¡Sé quien eres!, ¡sé quien eres!..."
Poco a poco el árbol se fue sintiendo cada vez más fuerte y seguro de sí mismo. Se dispuso a ser lo que en el fondo era. Pronto ocupó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Solo entonces el jardín fue completamente feliz. Cada cual celebrándose a sí mismo.
                                                 cuento para la reflexión
                                                              EL PETIRROJO   
  El petirrojo acudía al alféizar de la ventana y esperaba a que ella la abriera para regalarle jazmines y alelíes.
 Un cierto día ella enfermó, pero nadie sabía lo que le pasaba. No tomaba alimento ni bebida alguna y una profunda melancolía se iba adueñando de ella. El petirrojo al verla enferma pensó que lo estaría por  amor, así que todas las noches acudía para hacerle compañía, mientras le musitaba su dulce canto. Ella lo escuchaba embelesada hasta que se quedaba dormida. Entonces él la arropaba, se despedía de ella y le decía bajito; -hasta mañana, mi vida.
 Pero una noche, al regresar a visitarla no la encontró. La ventana permanecía cerrada, y la habitación a través del cristal se veía completamente vacía, siendo iluminada solamente la luna, pálida y triste. Entonces el petirrojo comenzó a llorar hasta que cansado se quedó dormido en la repisa de la ventana. De pronto, un canto que provenía del jardín y que le llamaba lo despertó. Allí estaba ella; alada y sutil, pletórica de vida y bellísima, esperándolo para volar juntos hacia un lugar donde nadie hasta entonces había llegado todavía.
                                                     el estanque de los pensamientos
                                                              LA MEJOR PERSONA
Cuentan que a un pueblo lejano, un día llegó un hombre ya bien anciano. Dicen que era sabio.
Unos jóvenes universitarios decidieron probarlo. Fueron hasta él y le preguntaron: “Si eres un sabio, entonces dinos quien es la mejor persona de este pueblo.”
Al día siguiente, se posicionó en una calle donde se dice que todos los ciudadanos pasaban continuamente. Colocó un cartel que decía “NECESITO ALGO DE USTED. POR
FAVOR, DONEME ALGUNA COSA.”
La gran mayoría le dio dinero. Pero, cada vez que le daban dinero, él lo arrojaba a otro mendigo que se encontraba a su lado. La gente se sorprendió con su actitud.
Al día siguiente, de nuevo estaba él con el mismo cartel. Esta vez, muy pocos le dieron dinero – que fue debidamente arrojado al otro mendigo – pero le trajeron comida, de la mejor y de la peor.
Nuevamente, el sabio dio toda la comida recibida a otros mendigos cercanos y, al llegar la hora del almuerzo, comió de su propia comida. Nadie entendió que quería realmente el sabio.
Llegó el tercer día, estaba él con el mismo cartel pero esta vez le dieron menos dinero que el día anterior y muy pocos le dieron comida y la que recibió él la distribuyó con los otros mendigos del lugar, pero, un hombre apareció se acercó al sabio, le preguntó cómo estaba, le sonrió, conversó un rato con él y después se retiró .
Cuando el hombre se fue, el sabio se movió y abandonó el lugar.
Dos días después, los jóvenes preguntaron sobre lo que había sucedido.
“Mis jóvenes, la realidad es que tanto el dinero como la comida que me dieron no tenían nada de especial. Simplemente cumplían con su deber, por tener algo, dando a los que no tienen. Sin embargo, la persona que se acercó, me sonrió y conversó conmigo es la mejor de todas, porque me dio la riqueza de la vida y la comida del alma.
“Siempre que busquen a alguien bueno, verifiquen que, junto con cualquier cosa material, esa persona dé algo de si misma.”
                                               el mendigo - pensamientos
                                         UNA BELLA Y PROFUNDA PARÁBOLA
Una vez un hombre estaba viajando y entró al paraíso por error. En el concepto indio del paraíso, hay árboles que conceden los deseos.
Simplemente te sientas bajo uno de estos árboles, deseas cualquier cosa e inmediatamente se cumple no hay espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento.
El hombre estaba cansado, así que se durmió bajo un árbol dador de deseos. Cuando despertó, tenía hambre, entonces dijo: “Tengo tanta hambre! Ojala pudiera tener algo de comida”. E inmediatamente apareció la comida de la nada simplemente flotando en el aire, una comida deliciosa.
Tenía tanta hambre que no prestó atención de dónde había venido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías. Inmediatamente empezó a comer y la comida estaba tan deliciosa!  Una vez que su hambre estuvo saciada, miro a su alrededor. Ahora se sentía satisfecho. Otro pensamiento surgió en él: “Si tan sólo pudiera tomar algo!” Y por ahora no hay ninguna prohibición en el paraíso, de modo que de inmediato apareció un vino estupendo.
Mientras bebía este vino tranquilamente y soplaba una suave y fresca brisa bajo la sombra del árbol, comenzó a preguntarse: “Que está pasando? ¿Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?”
Y aparecieron fantasmas feroces, horribles, nauseabundos. Comenzó a temblar y pensó: “Seguro que me matan!” Y lo mataron.

Comentario:

Esta es una antigua parábola, de inmensa significación. Tu mente es un árbol dador de deseos: pienses lo que pienses, tarde o temprano se verá cumplido. A veces, la brecha es tan grande que te olvidas por completo que lo deseaste, de modo que no puedes reconocer la fuente. Pero si observas profundamente, hallarás que todos tus pensamientos te están creando a ti y a tu vida. Crean tu infierno, crean tu cielo. Crean tu desgracia y tu alegría, lo negativo y lo positivo… Cada uno es aquí un mago. Cada uno está hilando y tejiendo un mundo mágico entornos de sí mismo… y luego es atrapado.  La araña misma es atrapada en su propia tela. No hay nadie que te torture excepto tú mismo. Y cuando se comprende esto, las cosas comienzan a cambiar.
Entonces puedes modificarlo, transformar tu infierno en cielo; sólo se trata de pintarlo con una visión diferente… toda la responsabilidad es tuya. Y entonces surge una nueva responsabilidad: puedes dejar de crear el mundo. No hay necesidad de crear ni en el cielo ni en el infierno, no hay ninguna necesidad de crear nada. El creador puede descansar, jubilarse. Y la jubilación de la mente es la meditación.
                                                   autoconocimiento - integral                  

Jesús Miravalles Gil
                                          

1 comentario:

  1. Gracias a ti amigo Lautaro por asomarte por esta humilde ventana de luz, tu presencia será siempre bienvenida.
    Recibe un fuerte abrazo.

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