-Nadie es más pobre que yo; tenía un sombrero y me lo llevó el viento; tenía un manto y me lo han robado; tenía un bastón y he tenido que quemarlo para hacer fuego; tenía un tazón para el alimento y la bebida, y el río se lo ha llevado; no tengo más que las manos para recoger agua y poder beber. ¿Hay en el mundo alguien más pobre que yo?
–Yo, hermano.
El hombre se gira y ve delante de sí al Señor, vestido de peregrino.
–Yo soy más pobre que tú. Tú, si tienes sed, puedes recoger agua con las manos: yo no, porque me las han agujereado con clavos.
cuentos fábulas y leyendas
Jesús Miravalles Gil
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