Con setenta años sobre las espaldas, la pipa siempre a flor de labios, contemplando la noche serena, junto al mar, se pasea un anciano.
Toda una vida balanceándose sobre las olas, ahora camina con un bastón al azar. Contemplando la noche serena, se pasea un lobo de mar.
Cuando el temporal y la tramontana inflaban las velas de un viejo bergantín, joven y aferrado al palo de mesana, gritaba con fuerza: EL MAR ES PARA MI…….
Y ahora que ya es anciano, al atardecer no parte, ya no va a la pesca, ya no tiene compañeros.
Únicamente pasea y añora las redes. Camina pesarosamente por el paso de los años (bis)
por Ramón Carreras
Jesús Miravalles Gil
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