
En este artículo veremos su verdadero significado, propósito y mecánica, desmitificando o corrigiendo la idea e interpretación errónea del mismo.
Primeramente tenemos que saber que es y cual es el significado del “astral”. Normalmente se lo define como una dimensión más sutil donde el “cuerpo etérico” se introduce y puede mediante la práctica recorrer lugares espaciales y temporales sin las limitaciones del cuerpo físico. Esta idea tomada inicialmente del budismo tibetano es una deformación del concepto original, guardado durante milenios bajo la custodia exclusiva del Dalai Lama correspondiente.
Una de las razones de buscar la “reencarnación” del Dalai por parte de los monjes tibetanos, es que sea el mismo “ser” que custodie ese y otros conocimientos para que no caigan en manos inapropiadas.
Veamos ahora que es verdaderamente el “astral”. Imagínese un cuarto cerrado en cuyo interior se encuentran miles de millones de átomos, cada uno de ellos se diferencia del otro a nivel cuántico tan solo por un bosón de Higg (partícula cuántica que supuestamente le da masa a la materia) entre átomo y átomo hay espacio vacío que los separa mediante campos electromagnéticos de atracción-repulsión llamados por la física espacio interatómico.
Cada átomo guarda en su interior una dimensión o universo paralelo. En uno de esos átomos se encuentra nuestra realidad subjetiva. El “astral” es el espacio interatómico que los separa, y el cuarto cerrado es la realidad general que los contiene. Comprendiendo esto, podríamos redefinir el concepto de “astral” como el espacio interdimensional de la realidad general, no siendo una dimensión en sí, sino el lugar donde habitan las dimensiones.

Digamos que siempre “flota” en el elemento menos denso, pero no se libera de nada, solo experimenta otro estado de la materia que la contiene… Lo que se “libera” en ese momento del cuerpo físico, es su consciencia artificial de su esfera de consciencia… Cuando el viaje se produce, indefectiblemente tiene que haber un portal dimensional abierto para salir o entrar, según el punto de vista, pero solo de una sola mano, usted puede salir, pero nada puede entrar porque por el lugar que se ingresa al espacio-temporal no es el habitual, usted ingresa directamente por el “centro de consciencia universal” a través del noveno u octavo chacra según sea en una dimensión temporal o espacial. Cuando el viaje astral es producido por sustancias psicotrópicas o alucinógenos, el asunto cambia, porque el portal está abierto de ambas manos, entrada y salida.”
Si usted abre el portal para el ECE con sustancias psicotrópicas o alucinógenas, el estado vibracional de la consciencia artificial es digamos, inestable, produciendo en el momento que se recorre el astral la apertura dimensional de portales secundarios, permitiendo el ingreso desde la dimensión abierta de entidades no deseadas, luces y sombras que pueden volver “enganchadas” en su consciencia artificial, ocupando el mismo espacio cuántico que su esfera de consciencia pero en un tiempo espacio-temporal diferente, un milisegundo es suficiente para la separación y la no percepción de su presencia, el único síntoma de que esto sucede es su extremo cansancio al volver del "viaje astral”, producido por la toma de energía necesaria para perforar la esfera de parte del polizón.
Pero para ello usted primero tiene que ser consciente de sí mismo a través de la consciencia del “ser”. En ese momento cuando usted realice sin ninguna receta de gurúes el CEC, no será su consciencia artificial la que lo realice, sino su consciencia del “ser” pudiendo ingresar a voluntad en cualquier dimensión sin peligro alguno, pues el vril, la luz del amor de un espíritu consciente de si mismo, lo protegerá de cualquier sombra indeseada.
Los libros de Lobsag Rampa son uno de los primeros referentes occidentales al respecto. Me parece correcto también transcribir esta respuesta y explicación dada al mismo lector para no generar falsas expectativas. “Lobsang Rampa es el seudónimo de Cyril Henry Hoskin, un escritor inglés fallecido en 1981, que jamás visitó el Tíbet y que declaraba que su cuerpo estaba habitado por el espíritu de un Monje tibetano llamado Lobsag Rampa.
Si bien sus libros pueden tomarse como guía práctica y de conocimiento, la mecánica del proceso es mucho más compleja. Henry Hoskin no estaba equivocado, pero la interpretación de sus libros muchas veces sí, por ejemplo cuando habla de “El Ser”, se refiere a la esfera de consciencia en su estado natural, sin revertir, entonces lo que se “libera” en ese momento del viaje astral no es su consciencia artificial, sino su consciencia del “ser”. Pero para ello usted primero tiene que estar conectado a ella, mientras tanto no es así.
” El “viaje astral” no es bueno ni malo, pero tampoco es un juego oriental. No voy a recomendarles su práctica, ni tampoco negársela, solo advertirles su seriedad y gran importancia en la mecánica del “Do” como para tomarlo a la ligera sin saber realmente qué y para qué es, y si es efectuado, siempre que sea a través del amor puro del ser con intenciones altruistas, porque en realidad le pertenece al “ser” y no a la unidad de carbono decidir cuándo usarlo. En el Tíbet era y es usado para comunicarse con los antiguos, y que los instruyan en la sabiduría hiperbórea, pero antes deben pedir autorización mediante la consciencia del ser a los guías espirituales para su uso.
No se confunda trivializando estos conocimientos ancestrales, eso es lo que pretenden los amos. La premisa para ellos es “Por cada portal mal usado, un sujeto manejado”. La nuestra tendría que ser, “Por cada portal bien usado, un amo expulsado”.
Publicado por Morféo a las 18:27 / Detras de lo aparente
Jesús Miravalles Gil
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