Daniel, el Mochuelo, se levantó de su cama y por última vez, observó desde su ventana su precioso Valle y recordó sus recuerdos más especiales y traviesos en él, ya que era el momento de irse a la ciudad a estudiar y a empezar una nueva vida allí. El padre de Daniel, el quesero, pregonaba por todo el pueblo la noticia de que su hijo se iba hoy a la ciudad, toda la gente del Valle salió de sus casas y le animaban a irse a la ciudad para ser un hombre de provecho. Cuando Daniel, el Mochuelo, estaba en su habitación escuchó la voz de una niña, era Uca-uca, que se quería despedir de él, ya que le quería mucho. Daniel, el Mochuelo le dijo a Uca-uca que no se quitase las pecas de su cara, ya que así, estaba muy guapa; y que se apartara de la ventana, porque Daniel sabía que iba a llorar y no quería que le vieran, pero mientras se vestía se dio cuenta de que tomaba un camino distinto del que el Señor le había marcado, y al final, Daniel, el Mochuelo, lloró.
De Miguel delibes
Jesús Miravalles Gil
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