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El huésped se tomó la sopa. La saboreó hasta el momento en que se encontró una cabeza de serpiente en la cuchara. Hizo venir al cocinero para pedirle una explicación. Éste, al ver la cabeza de la serpiente, alargó el brazo, la cogió y se la tragó de golpe ante la mirada atónita de los presentes. Acto seguido, muy digno, se dio media vuelta y volvió a la cocina sin decir palabra.
Porque esta historia trata sobre actitudes y las palabras sobran, lo que importa realmente es lo que uno hace, como reacciona ante su propio error. Tragándose en seguida la serpiente, fue de hecho su error lo que el cocinero se tragó. En general, no estamos dispuestos a hacer lo mismo.

Es preciso por tanto desenmascarar a ese "ego prestidigitador" que nos cambia la realidad de nuestros errores por la ilusión de nuestra fatua perfección. La meditación es una gran introspección, es un continúo mirarse a sí mismo desapasionadamente, y puede sernos de gran ayuda en esta cuestión. Sabiduria zen
Jesús Miravalles Gil
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