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5 de febrero de 2014

ABANDONAR LO QUE SE AMA

Transcurría el año 1971 cuando con 15 años recién cumplidos tuve que hacer mis maletas dejar mi pueblo( Roa)  y venirme con mi hermana a Zaragoza, a encontrar mi nueva casa.
Tras la marcha, a veces masiva, de los emigrantes, se perfila otra de las dimensiones claves de este drama social: tierras y pueblos abandonados y solitarios..., casas cerradas y vacías..., madres que pierden a sus hijos..., niños de miradas tristes..., ancianos y mujeres que se ven obligadas a trabajar duramente..., y, en general, la dolorosa ausencia de los seres queridos.
La Madre que queda en el pueblo envuelta en tristeza al ir contemplando como sus hijos se marchan; eterna paciente que aguarda en vano un regreso que nunca termina de hacerse realidad.
Y junto a la madre, la Mujer, la Novia o Compañera del emigrante –en los años sesenta y setenta la mayor parte de los emigrantes eran varones–; mujer triste y atormentada que lucha entre la esperanza, teñida de felicidad, la necesidad afectiva y corporal de esa presencia perdida y convertida tan sólo en distancia y recuerdos.
«Abandonar lo que se ama», dolorosa e irremediable partida vivida en ocasiones con el aliento de una joven esperanza: poder llegar a encontrar un puesto de trabajo, ahorrar lo suficiente durante pocos, pero largos años, y regresar al reencuentro de lo que un día se dejó pero que permanece anhelante a la espera de ese retorno soñado.
Esperanza de regreso en ocasiones truncada ante la evidencia de un retorno imposible, evidencia que con tremenda amargura podemos encontrar reflejada en aquel poema de Fernando Brasó cantado por Adolfo Celdrán:. Una salida del emigrante, en cualquier caso, quebrada de dolor y de añoranza. Salida evocadora de todas aquellas grandes y pequeñas cosas que, al margen de la economía, un día dieron sentido a su existencia: experiencias, recuerdos, presencias, paisajes, ternuras... Salida en la que confluyen y se agolpan en la memoria las realidades vividas y que en un momento parecen desdibujarse en la distancia. Estallido de amor hacia una tierra que se abandona y a la que llega a necesitarse entrañablemente en la ausencia.
En el marco de esta soledad y desolación provocada por la emigración quiero destacar con estas dos canciones, de dos personajes uno ya fallecido especialmente tiernos y sensibles:

Fotos: Arriba  podemos ver la  Plaza Mayor de Roa con su nuevo y desafortunado- "look"
           Abajo Paseo del Espolón

Jesús Miravalles Gil                            
                                             
                                             

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