Este trabajo fue hecho como una paráfrasis de un texto de Budismo zen comentado a la luz de la experiencia personal del autor. Es lo último que escribió Roberto Pla y lo entregó a Viveka, donde lo publicamos, seguros de que será de gran valor para quienes estén investigando en la no-dualidad de lo Real.
Solo la Mente puede transmitir el Sacramento de la Mente. Dhyána (Zen), es como un vaso de alabastro, blanco y diáfano.
1º.Todos los seres, todo lo que parece existir o no existir, no son otra cosa que Eso, la Mente indiferenciada, fuera de la cual nada existe. Eso, no tiene principio ni fin, porque es «no-nacido»; no pertenece a la categoría de lo existente o de lo no existente y resulta inimaginable e indescriptible, pues no puede ser percibido ni relacionado con algo.Eso es conciencia pura, el Ser exento de cualidades, con exclusión de dualidad. Es tú mismo, pero si empiezas a razonar acerca de ello, inmediatamente caes en error, porque no es conciencia de lo interior ni de lo exterior o de las dos cosas a la vez; ni es lo inanimado o una simple cognición. No puede sondearse ni medirse.
Eso, la Mente indiferenciada, es idéntica a los grandes sabios y no hay otra distinción entre ellos y tú, sino que tú estás apegado a lo que no eres tú mismo y por eso buscas la cualidad de la Mente indiferenciada. Pero cuando buscas la Mente indiferenciada, con la misma búsqueda la pierdes, pues emplear la mente para buscar la Mente es tanto como emplear tu ojo para ver directamente tu ojo. Aun cuando dediques a ello toda tu vida no alcanzarás tu objeto.
Por muchos componentes que agregues al agua pura no convertirás ésta en agua pura. Ella es agua pura desde el comienzo, aunque no lo sabes. Sólo cuando cesa la búsqueda, cuando el pensamiento de busca y ansiedad termina, se van de la mente todos los elementos de diferenciación y ésta aparece como lo que siempre fue: la Mente Indiferenciada, la cual jamás ha sufrido o sufrirá deterioro o elevación alguna. Eso es, en cuanto a la mente, como el mar en calma y los pensamientos, la búsqueda, la ansiedad, son como las olas que se levantan y alborotan ese mar. Como el mar en calma es, en verdad, el Ser, tú mismo y Eso es lo que cada uno debe realizar.
2. Has de procurar no quedar aprisionado en la dualidad de perseguir la luz y eludir las tinieblas, pues la verdad no admite semejantes distinciones. La fuente original es una sola y existe en todo y siempre por sí misma.
Todo lo que existe carece propiamente de existencia, si bien no puede decirse que sea propiamente inexistente. Así pues, si digo ahora que no hay Mente, Justicia, Realización y Bienaventuranza tal vez comprendas que intento transmitir algo de la Mente no en palabras sino con el silencio de la Mente misma. De Mente a Mente.
No quieras saciar tu hambre y tu sed de Justicia, porque en esto no hay camino. Tu interés debe aplicarse en algo más cotidiano. Mientras en tu mente haya un pensamiento que sigue a otro pensamiento debes vigilar con mucha atención para evitar apegarte a alguno de ellos. En eso no hay dualidad sino camino sin fin. Pero si aspiras a realizarte como Justo vivirás en las tinieblas que tú mismo creas con tu búsqueda de la luz.
Tampoco debes abrigar la menor ambición de obtener la Bienaventuranza. Líbrate cuanto antes de ese deseo. No trates de retenerlo, porque la gloria de la felicidad no puede ser atada. Es como la luz del Sol. Aunque convives con ella y la respiras y miras durante todo el día, nunca la sostendrás en tus manos. Y si piensas que está muy lejos de ti, yerras, pues la tienes junto a tus ojos.
Lo mismo ocurre con la Bienaventuranza, la soñada realización del Justo. Si la persigues, se escapa y si la abandonas, te rodea, te inunda. Puedes llegar a ser ella misma —lo eres ya y sólo te falta descubrirlo—, pero no es posible poseerla, ni acabar con ella. Ya sabes: existe y no existe al mismo tiempo. No es propiamente la Bienaventuranza sino algo sin nombre que florece en el vacío de la Mente, un inmensurable silencio desde el que puede ser vivida.
3. Algunos que siguen el sendero conocen la Mente solo por lo que de ella se enseña en palabras y no por la Mente misma. Suelen tener en poco la Mente y atribuyen gran importancia a lo que se puede alcanzar. Intentan avanzar paso a paso, con descuido de la luz interior de la propia Mente. Si llegas a tener un destello de la Mente rehusarás investigar acerca de las cosas que pueden alcanzarse, pues sabrás que la Mente es el único logro real que te está permitido: un logro que consiste en obtener lo que ya tienes.
4. Tú piensas que la práctica de las virtudes te aportará una valiosa acumulación de méritos con vistas al logro de la perfección. Tu mente se afana en el propósito de la virtud. Sin embargo, aunque los méritos así obtenidos sean tan numerosos como las arenas del desierto, no servirán para suplir tu imperfección. Una vez hayas comprendido que el deseo de ser virtuoso es muy distinto de la Virtud estarás en condiciones de abandonar tal deseo. Podrás practicar la virtud cuando se presente la ocasión para ello y permanecer sereno cuando la ocasión haya pasado.
La Mente indiferenciada es la única perfección posible y el apego a las prácticas virtuosas y a los méritos acumulados es una acción falsa, no compatible con la perfección porque aleja a tu mente de la Mente. Esta es luciente y sin mácula y no tiene forma ni apariencia alguna; al no estar arriba o abajo, ni cerca o lejos, no es un producto que hay que alcanzar. Pero la búsqueda protagonizada por la mente es siempre una adhesión a la apariencia, un proyecto en el que hay que avanzar por grados.
La perfección no posee grados ni se da escalonadamente. No hay nada que alcanzar, sino que la Mente se mantenga despierta, indiferenciada. Porque todos los seres son en su perfección la Mente indiferenciada, y nada más.
5. Los fenómenos de la luz y la oscuridad se alternan uno y otro, pero la Mente permanece inalterable. Sin embargo, tú consideras en los grandes sabios una apariencia pura y luminosa y juzgas a los demás seres como de apariencia tenebrosa e impura. Eso te ocurre porque te mantienes alejado del Conocimiento supremo.
Sólo hay la Mente indiferenciada y ni una partícula de otra cosa que asir. Mientras no despiertes y te percates de que sólo hay esta Mente, la anublarás, persistentemente con el razonamiento y permanecerás apegado a lo exterior. Buscarás la perfección por medio de las ceremonias religiosas y demás distracciones que no conducen al Conocimiento supremo.
6. En la Mente indiferenciada no hay confusión porque es como el vacío. Carece de forma y apariencia; no es grande ni pequeña. No hay en ella los caminos del bien y del mal, ni las sucesiones del día y la noche, o la vida y la muerte; ni las persecuciones de las olas que van y vienen. El sol y la luna no encuentran jamás la Mente indiferenciada en su paseo circular y las olas no la ven encima, debajo o al lado de los mares. Verdaderamente, jamás ha sido vista o imaginada por alguien. Por eso la Mente indiferenciada debe y merece ser descrita como el vacío. Pero es la Mente indiferenciada.
7. La verdad es que tu naturaleza real es una vacuidad omnipresente y pura; un gozo apacible. Eso es todo lo que hay ante ti en su total plenitud. Nada hay que no sea Eso.
Cuando veas la verdad completa, en un supremo instante, no habrás hecho otra cosa que darte cuenta de tu naturaleza real, que no ha dejado jamás de estar en ti. Nada habrás alcanzado o perdido.
8. Quien quiere conocer el gran misterio debe revestirse de vacío. Pero hay que evitar cualquier concepto objetivo del vacío porque entonces no es el vacío. Igual ocurre con la Mente pues la Mente y el vacío son idénticos en cuanto a este asunto de formar algún concepto sobre ellos.
Evitar algún concepto consiste en olvidar tanto lo uno como lo otro. Pero a veces ocurre que se tiene miedo de olvidar la Mente por temor a caer en el vacío sin nada que detenga la caída.Sin embargo, el vacío nunca es realmente el vacío sino el reino de la Mente.
9. No te apegues a nada que no sea tu pura naturaleza real, que es la fuente original de todas las cosas. Tu naturaleza real está circundada de vacío, que jamás podrá ser llenado. ¿Para qué servirían allí los innumerables méritos? Únicamente para encubrir tu naturaleza y tornarla invisible.
10. Cuando te hayas revestido de vacío no será difícil para ti renunciar a todo, pues tu renuncia tendrá el mismo significado que abandonar lo no existente.
La mente del sabio es como el vacío, que renuncia a todo porque no toma posesión de nada. No toma posesión de los pensamientos del presente y así abandona su cuerpo y su mente; ni toma posesión de los pensamientos del futuro y abandona la acción premeditada; ni toma posesión de los pensamientos del pasado y llega a perder las nociones de subjetividad y objetividad hasta olvidarlas. Con esto renuncia al pasado.
Cuando el sabio se encuentra ante el vacío ya no le queda apego alguno. Efectúa la renuncia verdadera, fundada en el reconocimiento de la propia naturaleza real. Anda con un farol delante y así resulta difícil errar el camino.
11. Lo que se llama el Reino de los Cielos es Eso, nuestra naturaleza real, la esencia original, que no puede valorarse ni acumularse. Pero, ¿dónde está el Reino de los Cielos? Se sabe que está muy cerca, pero nadie puede dar instrucción alguna para llegar a él; ni puede señalarse su dirección porque su existencia está fuera del espacio.De ahí que no haya un lugar del Reino de los Cielos, ni sea posible describirlo. Pero cuando comprendas en qué consiste, allí estará, en el mismo sitio de tu comprensión, puesto que es otro nombre de la Mente indiferenciada.
12. La Mente indiferenciada no es mente, pero tampoco es no mente. Cualquiera de las dos opiniones implica algo existente y como la Mente no es existente ni no existente, ambas participan tanto de la verdad como del error.Lo cierto es que la Mente indiferenciada no permite ser pensada, dado que el pensamiento es, en sí mismo, una diferenciación. Lo que el pensamiento puede alcanzar a reconocer como mente, no existe, no es nada en realidad. De ahí la necesidad de eliminar, en cuanto a este punto, todo pensar, puesto que es forzosamente erróneo.
13. No hay nadie superior en inteligencia al que ha eliminado el razonamiento como medio de obtener la Mente indiferenciada. La esencia de tal Mente carece, como la piedra, de movimiento interior y, como el vacío, de límites exteriores. No hay en ella subjetividad ni objetividad.
En lo que concierne a la Mente indiferenciada, no hay ningún punto al que aferrarse. Por eso, los que esperan hallar el Conocimiento supremo por medio del razonamiento no osan penetrar en ella por temor a precipitarse en el vacío.Sin embargo, ella no es el vacío, sino la Mente, sin la cual ningún razonamiento sería posible.14. Arriba, abajo y alrededor, todo existe espontáneamente, pues no hay lugar alguno exento de la Mente indiferenciada.
Debes comprender que son las sensaciones las que cierran tu camino hacia esta Mente; que no hay respuesta para el que llama con las olas del pensamiento; que no son ellas las que abren las puertas sino el vacío. Si en un súbito destello eliminaras todos los factores de adormecimiento que te proporcionan tu visión, tu audición, tu buscar, tu sentir y conocer, se manifestaría ese Sol original que solo asciende cuando no hay resistencia.
La Mente indiferenciada se expresa en todo cuanto percibes y aunque no forma parte de las percepciones, tampoco está separada de ellas. Brilla incesantemente en todo lo que existe con el resplandor de su perfección. Pero hay que despertar a la luz.
15. Al oír hablar de la Mente imaginan algunos que hay algo que alcanzar aparte de la Mente, sin comprender que el buscador y el objeto de su búsqueda son una misma cosa. Pero despertar de improviso al hecho de que la Mente «está aquí»; que no hay nada que alcanzar, ni acción alguna que ejecutar, esta es la Verdad suprema.
Solo hay que aprender a evitar la búsqueda de cosa alguna y el apego a cualquier cosa que sea. No buscar cosa alguna significa «Mente no nacida» no apegarse a nada significa «Mente intacta». Lo que no ha nacido ni se destruye es Eso, la Mente indiferenciada.16. Buscar la Mente con la mente es como intentar mirarse en un espejo. Aunque te veas reflejado siempre verás eso, tu reflejo. Y ¿tiene eso algo que ver con la naturaleza real?
17. Si consigues desembarazarte de la idea de que la perfección podrás alcanzarla mediante el razonamiento, habrás consumado cuanto hay que consumar. Aunque resulte sorprendente, la verdad pura es que la perfección no es nunca algo que hay que alcanzar o un punto al que hay que llegar.
Algunos hay que se libran de esta creencia como en el fulgor de un relámpago y otros que llegan a tal punto después de largos años de esfuerzos penosos. Pero tanto si esta consumación se produce en un instante, como si la llegada de tal relámpago requiere un prolongado proceso, el resultado es una comunión repentina con lo que es, una mutación para la cual el único estorbo es justamente la idea de que hay que caminar lejos.
18. No buscar es paz luminosa y sosegada, tan apartada de la creación como de la eliminación. Si miras profundamente, tal vez verás el vacío que hay ante tus ojos. Y ¿cómo podrías crear o eliminar algo en él?19. Es preciso que te apartes de toda noción de existencia y de inexistencia, pues la Mente es como el sol, que brilla siempre espontáneamente en el vacío sin la menor intención de brillar.
Si no eres capaz de comprender esto, aunque obtengas los más profundos conocimientos y practiques las más severas austeridades, se frustrará tu propósito de conocer tu Mente, la cual sólo dista de ti «un corto y breve vuelo».20. Conducir la mente más allá del pensamiento es la realización del camino. Hay que evitar aquellos pensamientos que se refieren al «dejar de ser», o al «llegar a ser». Así se toma posesión del pasado y del futuro. También hay que evitar los actos premeditados, los cuales deben ser sustituidos por una acción espontánea y así se toma posesión del presente. Esto puede llamarse la posesión de los tres tiempos de la mente. Conviene ahora describir el gran misterio de la mente que se ha posesionado de los tres tiempos. Una mente así es una mente convertida que ha abandonado su particularización secular y ya no resulta diferente de la esencia real del universo. Es una mente transfigurada en Mente, la cual no difiere en nada de la esencia real. Uno debe estar seguro de que la mente y la esencia son una misma cosa. Alcanzar esta seguridad es una difícil revelación.Como la Mente no conoce divisiones en entidades separadas está exenta de pensamientos, los cuales son parcelaciones incompletas y temporales de la inteligencia. La Mente es indiferenciada y sólo conoce el gozo de la idea, que es la luz integrada de la inteligencia.
Es cierto que, desde el punto de vista de la mente, la ausencia de entidades separadas equivale a la vacuidad. Cuando la indiferenciación se expande desde la Mente a los objetos de los sentidos y a los fenómenos que son una creación del pensamiento, todos ellos se revelan como vacuidad.
Pero el vacío que se extiende en todas direcciones es idéntico a la Mente y a la esencia real del universo. El descubrimiento de que el vacío, la esencia real, la Mente y el uno mismo verdadero y universal son una misma cosa constituye la revelación de la unidad, una revelación cuya magnitud no puede describirse.21. La Mente es la realidad y la cesación del pensamiento razonador es el camino.Hay que dejar de pensar en términos de dualidad. Existencia y no existencia, largo y corto, propio y ajeno se engendran uno a otro incesantemente en el interior del círculo del pensamiento. Cuando éste cesa allí está la realidad, la Mente, semejante al vacío. Es en este vacío donde florece el camino de la verdad pura.
22. La gran verdad que se ha proclamado en el mundo, cualquiera que sea el nombre con el que se la ha designado, es la de la Mente indiferenciada, co-extensiva con el vacío, la cual es la sustancia de todas las cosas. Esta es la verdad de todos los verdaderamente sabios.
Pero no es posible llegar a esta verdad mediante un proceso de acumulación de palabras o conceptos, porque la verdad no es una cosa que hay que alcanzar. Cuando esto último se ha comprendido es posible que la mente penetre espontáneamente en el silencio que reside más allá de la acción. Esto viene a ser como reposar en un santuario. La mente, después de dar de lado la acción, encuentra el silencio que sigue. El silencio significa no producción de conceptos, desvalorización real del intelecto y la erudición que dificultan la entrada en la verdad.Así es como queda purgada la mente de toda la barahúnda del pensamiento y la diferenciación y así es como la mente, una vez consumado su bautismo y transfigurada en Mente, alcanza esa plenitud inmóvil de la piedra que pone en marcha el misterio inexpresable del mundo. Sólo la Mente que sabe reposar en el santuario pisa el camino de la gran verdad.
23. No hay pensamientos rectos y pensamientos erróneos porque la verdad es que todo pensar es erróneo. Si consigues comprender profundamente que pensar es siempre un acto erróneo, desde ese momento habrás creado un órgano, la Mente indiferenciada, capaz de contemplar el pensar desde el no-pensamiento. Pero si te libras enteramente de todos los procesos mentales habrás dejado a la Mente sin existencia.
Cuando dejas que el movimiento de tu mente tenga como resultado la creación del concepto de Mente, no haces sino traer a la existencia una entidad objetiva a la que llamas Mente. Son los pensamientos los que proporcionan existencia a las cosas y son los pensamientos los que al desvanecerse dejan las cosas sin existencia.
Si hablo de la Mente indiferenciada es porque irremediablemente he de emplear palabras para expresar algo, aunque sin el propósito de dar nacimiento a una entidad existente nueva. Si eres capaz de sustraerte a la potencia creacional de la palabra, en un acto parecido al de quien desecha una flor, pero pretende conservar su aroma, habrás entrado en comunión con algo semejante al vacío, que no es existente ni no-existente, a lo cual, por ponerle un nombre, llamo Mente.
Si, por último, dejas caer ese aroma esenciado en ti mismo, sin corporeizarlo en un concepto, habrás empezado a labrar en tu entendimiento una senda que comunica con la inteligencia plena y universal que está más allá del pensar.
24. Cuando digo que todo pensar es erróneo, lo que afirmo es que todo pensamiento se funda en la distinción, la cual es siempre falsa. Distinciones tales como tú y yo, amor y odio, triunfo y fracaso, conocimiento e ignorancia son debidas únicamente al pensamiento, el cual primero las crea como concepto y luego las diferencia y persigue.
Lo indiferenciado está más allá del pensamiento. Por eso, aunque comúnmente se habla del camino de realización como de algo que puede alcanzarse por medio del pensamiento que busca, lo cierto es que en el bosque aparencial de las cosas creadas no hay camino ninguno. La Mente indiferenciada es una infinitud semejante al vacío y no existen en ella los objetos creados por la mente. No es un campo de trabajo para el pensamiento.
Si consigues comprender que todos los seres que ves no son en su esencia más que la Mente, la cual por ser tú mismo no puedes perder o ganar jamás, abandonarás definitivamente la creencia de que la realización consiste en alcanzarla. Esto significará que habrás comprendido la naturaleza real de la Mente y tal comprensión pondrá término a todo pensamiento de diferenciación o distinción, pues nadie se complace en servirse de una herramienta inútil.
Puedes estar seguro de que esta revelación no te llegará por medio del pensamiento investigador, sino que en el reposo de la Mente alumbrará una percepción súbita, no pensada, tan breve y profunda «como el relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo». A su insólita claridad tal vez descubras la Verdad suprema: nada hay que alcanzar, porque tú eres Eso.
25. Si has comprendido la verdad de que no hay nada que alcanzar, te hallas ya en el sagrario donde verás la luz, pues «sólo tienes que mirar para que la luz que hay en ti no sea oscuridad». Pero tienes que mirar unitariamente todas las cosas del universo, porque todas pertenecen a la perfecta quietud que se extiende más allá de la actividad diferenciadora; porque todas están inscritas en una misma realidad, en un mismo espacio eterno, sin lugar y sin tiempo. Y en tal derrota de cualquiera de las determinaciones de proximidad o lejanía, de exterioridad o interioridad, incluso de ser o no ser, ¿por qué razón habría que buscar un sendero para llegar a algún punto?
La Luz celestial infinita, no nacida, ilimitada es, por razones de su propia esencialidad, el hombre perfecto, un dulce e inseparable huésped de las nieblas, que el hombre común ignora a pesar de su incesante batir de alas en el vacío no diferenciado de la Mente. Él es quien baja del cielo y sube a él sin moverse de su sitio incondicionado.
Verdaderamente, el sagrario íntimo de la Luz es el gran misterio que todo hombre debe descubrir.
Fuente: revista viveka Nº 12, verano 1980, pág. 3. Extraido de No-dualidad info.

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