La “Primavera”, ha evocado en mí las primaveras de hace muchos años, con aquel olor de los ramos de flores frescas, que cogíamos, de niños, cuando por fin podíamos disfrutar de los paseos por nuestro pueblo tras un invierno de frío intenso. Recuerdo que subíamos por la zona de las casas de los veraneantes, que permanecían los meses de verano con nosotros. Las flores de sus fincas se nos ofrecían como un regalo, antes de que los dueños aparecieran, y disfrutábamos cogiéndolas que rebosaban, compitiendo, en belleza y aroma, donde al día siguiente las llevábamos a la escuela para depositarlas en un tarro con agua.
Ahora percibo la primavera con más intensidad por el sentido de la vista, tanto que me embarga la emoción ante un paisaje como éste, que no puedo oler, pero que aprecio, floreciente, intenso, con el que me fundo, al igual que lo hago con un simple brote de tomillo. Soy más naturaleza, pero antes la respiraba mientras vivía, como si no tuviera tiempo para detenerme en ella. Había tanto por descubrir… Y, por entonces, no me hacía ni idea de cuántas cosas deja uno de percibir cuando observas y tienes la mente centrada en algo más. En ese momento no estas percibiendo sólo estas viendo algo y nada más, percibir unitariamente es ver y escuchar.
Muchas gracias por vuestro tiempo y hasta pronto.
Jesús Miravalles Gil
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