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21 de junio de 2014

HAY UNA MANZANA EN LA CALLE (KOAN ZEN)

En el budismo zen entrenamos la mente y la comprensión a través del estudio de los koan.
Los koan son frases, diálogos o preguntas que sólo pueden ser descifradas usando la contemplación mientras se están en zazen.
Son reflejos y paradojas de la vida que nos aportan conocimiento e introspección. No pueden ser explicados de forma absoluta debido a que cada koan puede significar algo distinto para cada estudiante.
Han sido parte del zen desde al menos hace 1,000 años y de vez en cuando surgen de manera espontánea. Como en este caso:
 Hay una manzana en la calle, pero no hay árbol. Sólo que no es una manzana. Es un limón. Pero tampoco hay árbol.
 La historia detrás de este koan es graciosa.
Todos los domingos por la mañana tengo llamada via Skype con mi maestro en Tsukuba, Japón. Estaba a punto de sentarme en mi escritorio para hablar con él cuando mi novia gritó que desde la ventana de la cocina se veía una manzana en la calle. Sí, sí. Una manzana verde tirada en la calle.
Ver una manzana tirada en la calle no es común. Esto nos sorprendió porque las manzanas no son nativas de esta ciudad. Para nosotros las manzanas están en el super mercado o en algún refrigerador (nevera).
Corrí a ver la manzana. Se me hizo curioso, sonreí y regresé a mi escritorio. Había una llamada perdida de mi maestro. De inmediato le llamé de regreso y le expliqué que no había respondido porque estaba ocupado viendo una manzana en la calle.
Siendo el Zen Master que es, se quedó pensando unos instantes.
—Estabas viendo una manzana en la calle—, repitió pensativo. —¿Se cayó de algún árbol?—, preguntó.
Le expliqué que aquí no hay árboles de manzana y explotó en carcajadas. Me preguntó si le estaba diciendo un koan.
Le dije que no y que iba a tomar una foto de la misteriosa manzana para enviársela. Así pues, nuestra llamada continuó como de costumbre para terminar minutos después. Mi novia tomó su cámara y salió para retratar la manzana.
Sólo que no era una manzana. Era un limón.
limón-manzana. Esto hizo la situación mucho más cómica y me hizo pensar. Somos muy rápidos para emitir juicios y para abrazarnos a nuestras opiniones del universo, sin tomarnos la molestia de ver bien y comprobar los hechos.
Juzgamos a las personas por lo que aparentan, por cómo visten o por la música que escuchan.
Afirmamos nuestro lugar en el universo tratando de convencer a todo el mundo que nuestras opiniones son más valiosas que las de otros. Etiquetamos las experiencias, el pasado y a las personas.
Odiamos todo lo que es diferente a nosotros. Le tememos, lo repudiamos y terminamos atacando.
Y una vez que el juicio u opinión se instalan en nuestra mente, no verificamos si estamos en un error o no. Nos cerramos ante nuestro gordo ego y nos es imposible remover las etiquetas.
Yo estaba seguro que estaba mirando una manzana en la calle y me abracé a esa opinión.
El apego a nuestras opiniones puede hacer la vida muy, muy difícil.
Creo que este pequeño koan nos puede enseñar mucho si lo vemos con humor.
La ceguera ideológica nos evita distinguir un limón de una manzana.
Y al final… es sólo un limón.
                                                   chocobuda
Jesús Miravalles Gil
                                  

2 comentarios:

  1. ...Para el alma solitaria
    que se canta a si misma
    el tiempo solo es
    mientras cae la hoja...

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  2. Cuenta tu jardín por las flores no por las hojas caídas

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