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18 de agosto de 2013

EL ARTE DEL MENDIGO

Un mendigo, harapiento, sucio, mal afeitado. Le huelen los pies, el aliento apesta a muela careada. Arrastra un carrito de supermercado vacío, sin nada dentro. Entra en el Museo de Arte Contemporáneo. Estoy seguro que el guarda jurado de la entrada lo echará a patadas, nada más que se acerque pero no. Al contrario, lo saluda con cierto respeto y amabilidad, como si fuese un viejo conocido.
Pasan unas cuantas horas y el mendigo sale del Museo de Arte Contemporáneo. Lleva el carrito lleno de porquerías. Maderas carcomidas, cordeles de todas clases, un colchón con manchas de semen y sangre, una silla rota, una tele vieja.....
Para mi sorpresa no era un mendigo andrajoso, es un bohemio, un artista multimedia, multidisciplinar y multichorradas. Ha exhibido su "instalación", muy moderniqui ella muy trash muy desconcertante. La acaba de desmontar, la ha recogido y se la lleva a otro museo para volver a exhibir su arte, de nuevo, sin piedad. Definitivamente, las teorías de Duchmap sobre el arte, han afectado gravemente las neuronas de los comisarios que seleccionan las exposiciones de los museos.
Mientras tanto el mendigo sigue empujando su carrito cantando esta canción. Soy el trapero, compro botellas y papel, compro trapos ropa sucia, paraguas y muebles viejos....extraído de la canción que os dejo de Joan Manuel Serrat.
(EL DRAPAIRE) En catalán-- ( EL TRAPERO) En castellano
Siempre por la mañana, hiciera sol o lloviese, a pesar del frío y de la niebla, de calle en calle, oíamos gritar: «¡Mujeres, que llega el trapero!» Como cada mañana te veíamos llegar... Llevabas un saco a la espalda, un puro apagado, un traje roto, la boina y las alpargatas. Siempre te seguía un rebaño de críos. Eras toda una atracción. Tú, tu saco y la canción... Soy el trapero, compro botellas y papel, compro trapos y ropa sucia, paraguas y muebles viejos... Soy el trapero, iban cantando los chavales. «Ya me estáis jorobando demasiado. ¿No os ha dicho vuestra madre que yo soy el hombre del saco?» Y así hasta la noche, de calle en calle, y de taberna en taberna. Con tus papeles y el cuerpo lleno de vino regresarás a tu casa. Regresas feliz, porque todo lo has comprado: pescado, vino y una vela. Y un poco de amor que te ha debido dar alguna furcia vieja. No tienes nunca tiempo para pensar. A dormir. Sopla la vela.
Y mañana, a volver al mundo tú, tu saco y la canción... Soy el trapero, compro botellas y papeles, compro trapos y ropa sucia, paraguas y muebles viejos... Soy el trapero, los niños siguen cantando. «Ya me estáis jorobando demasiado. ¿No os ha dicho vuestra madre que yo soy el hombre del saco?»
                          Anónimo
Jesús Míravalles Gil
                               

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