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29 de enero de 2017

LIBERANDO LA FLECHA

Hay una enseñanza budista que se encuentra en la Sallatha Sutta, conocida como La Flecha. Ésta dice que si una flecha te golpea, sentirás dolor en la parte de tu cuerpo en donde la flecha te golpeó; y luego, si una segunda flecha viene y te golpea exactamente en el mismo punto, el dolor no sólo será el doble, sino que se convertirá en al menos diez veces más intenso.
Las cosas no deseadas que a veces ocurren en la vida - ser rechazado, perder algún objeto de valor, reprobar un examen, salir lastimado de algún accidente - son análogas a la primer flecha. Causan un poco de dolor. La segunda flecha, disparada por nosotros mismos, es nuestra reacción, nuestra historia, y nuestra ansiedad. Todo esto magnifica el sufrimiento. Muchas veces, el gran desastre que tanto rumiamos nunca ha sucedido.
Podríamos preocuparnos, por ejemplo, porque tenemos cáncer y pronto moriremos. No lo sabemos, y nuestro miedo a lo desconocido hace que el dolor crezca aún más.
La segunda flecha puede tomar la forma de juicio (“¿cómo pude haber sido tan estúpido?”), miedo (¿y si el dolor no desaparece?“), o enojo (“¡Odio sentir dolor. Yo no merezco esto!”). Podemos evocar rápidamente un reino infernal de negatividad en nuestras mentes que multiplique el estrés del evento real, por diez veces o incluso más.
Parte del arte de sufrir bien es aprender a no magnificar nuestro dolor a través de dejarnos llevar por el miedo, la ira y la desesperación. Construimos y mantenemos nuestras reservas de energía para manejar los grandes sufrimientos; los pequeños sufrimientos los podemos dejar ir.
Si pierdes tu trabajo, por supuesto que es una respuesta normal sentir miedo y ansiedad. Es cierto que en la mayoría de los casos estar sin trabajo es un sufrimiento; y hay un peligro real asociado si no tienes lo suficiente como para comer o para poder comprar los medicamentos necesarios. Pero no necesitas hacer este sufrimiento peor a través de darle vueltas a las historias en tu cabeza, que son mucho peores de lo que es la realidad. Algunas personas en esta situación podrían pensar: “yo no soy bueno en esto o en aquello,” o “nunca voy a conseguir otro trabajo,” o “le fallé a mi familia.” Es muy importante recordar que todo es impermanente.
Un sufrimiento puede surgir - o puede resolverse solo - para cualquiera en cualquier momento. En lugar de desperdiciar la buena energía condenándote a ti mismo u obsesionándote con las catástrofes que podrían estar acechando a la vuelta de la esquina, puedes simplemente estar presente con el sufrimiento real que está justo frente a ti, con lo que está sucediendo ahora mismo.
La atención plena es reconocer lo que está ahí, en el momento presente. El sufrimiento está ahí, sí; pero lo que también está ahí es que aún estás vivo: “Inspirando, sé que estoy vivo.”
Tus ojos aún funcionan: “Inspirando, estoy consciente de mis ojos. Expirando, les sonrío a mis ojos.” Tener ojos en buen estado es algo maravilloso. Debido a que tienes ojos en buen estado, hay un paraíso de formas y colores….”
                                                        enseñanza budista

El método es el giro de nuestra atención ciento ochenta grados. La atención suele estar enfocada hacia afuera o delante de nosotros. Está dirigida a un objeto, y eso es correcto, pero… ¿de dónde procede mi atención? ¿Cuál es la trayectoria de la flecha de mi atención? Lo que hago ahora es darle la vuelta a la flecha y darme cuenta que Aquí no existe nada parecido a lo que puedo
encontrar allá.  - Douglas Harding

Jesús Miravalles Gil
                                              

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