Para seguir el camino de la espiritualidad es necesario conocimiento, sin duda alguna; pero también es necesaria una sólida base en la personalidad, madurez para tener una visión lo más objetiva posible de uno mismo y de la propia realidad, que permita el reconocimiento y la gestión de las emociones, más que simplemente su control o represión.
La importancia que se da a la gestión de los impulsos interiores es de sobra conocido a través de los estudios relacionados con la Inteligencia emocional; ya que las emociones son el color de la vida, son el resultado de cómo tramitamos las dificultades y las vivencias; es decir, ellas crean la mirada filtrada que tenemos de nosotros mismos y del mundo.
Digo esto porque es habitual hoy día, debido a un excesivo enfoque intelectual, ver cómo muchos tratan de formarse y aprender disciplinas antiguas muy diversas, o relacionadas con lo esotérico o espiritual, como el que hace un máster en la Universidad.
Uno de los pilares para esa inteligencia interior y exterior, de uno mismo y de la vida, si no el más importante, es la autoestima. La autoestima es el sentido de sí mismo que posee la persona, la capacidad para la propia auto aceptación con sus virtudes y defectos. De hecho, es el núcleo a partir del cual se desarrolla el sentimiento de felicidad y plenitud, o el de frustración. En ella reside el sentido e impulso de autorrealización, la confianza en uno mismo para abordar todos los proyectos vitales.
“Un individuo que se desarrolla sanamente obtiene intenso placer y orgullo del trabajo de su mente y de los logros que ese trabajo hace posibles. Sintiéndose seguro de su capacidad para afrontar los desafíos de la vida, el individuo deseará una existencia estimulante, creativa, plena de esfuerzo. Seguro de su propio valor, el individuo se sentirá atraído por la buena autoestima de los demás…”
“La persona con escasa autoestima actúa a partir del miedo, no de la seguridad. El objetivo fundamental ya no es vivir, sino escapar de la ansiedad de vivir. El deseo principal no es la creatividad, sino la seguridad. Este tipo de persona, en las relaciones humanas, no busca la admiración sino más comúnmente… que la consuelen y protejan o, de lo contrario, que la teman ciegamente.”
"El principio que distingue las motivaciones básicas de la elevada autoestima de las de la baja autoestima es el de la motivación por el amor, en contraste con la motivación por el miedo: el amor del sí mismo y de la existencia en contraposición al miedo de ser inadecuado para la vida. La motivación por la seguridad, que hace primordial hincapié en la posibilidad de disfrutar, a diferencia de la motivación por el temor, que se centraliza en la evitación del dolor.”
“En la medida en que una persona sufre de baja autoestima vive negativamente y a la defensiva, es decir, motivada por el miedo. Cuando la persona elige valores y objetivos particulares, el motivo principal no es gozar de la existencia, sino defenderse de la ansiedad, de inquietantes sentimientos de ineptitud, culpa y de la posibilidad de ser lastimada.”
(El Respeto hacia Uno Mismo)." Aumentar la autoestima es el eje fundamental para superar la ansiedad. Con la autoestima alta no hay ansiedad ".
Que paséis un feliz dia y muchas gracias a todos y todas que me leen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario