Los pueblos despiertan Inimaginable hasta hace tan sólo unas semanas que la revolución pudiese llegar a Egipto o Túnez. Pero sí, por fin el pueblo árabe ha despertado, ha decidido luchar por lo que le pertenece. Deseosos de derechos y hartos de opresión, los ciudadanos tunecinos comenzaron su rebelión cuando descubrieron, a través de las redes sociales, lo que les llevaban arrebatando desde hacía muchos años. ¡Fuera Ben Ali! Era el himno que se escuchaba en las calles de Túnez, los sublevados buscaban un cambio en el poder. Cambio que ha llegado con la huida del dictador que, ante la imposibilidad de frenar las protestas de los ciudadanos, ha dejado el país que llevaba 23 años bajo su mando.
Túnez es el primero, pero no el único. Egipto siguió sus pasos enseguida, salieron a la calle pidiendo la dimisión del presidente de la república, que después de tres décadas seguía coartando los derechos de este pueblo con aparente estabilidad. Los egipcios piden que Hosni Mubarak se vaya, como en Jemen ansían que el régimen de Ali Abdulá Saleh llegue a su fin. Estos últimos de una manera más pacífica, las marchas masivas se unifican en el color, el rosa muestra que quieren un cambio con reformas democráticas.
Como si de un virus se tratase, los levantamientos populares de Túnez contagiaron a países vecinos. Egipto, Jemen o Jordania son ejemplos de ello, y desde luego no los únicos, la oleada de protestas se expande por el resto de autocracias. Aumenta el deseo de libertad en países fronterizos, los jóvenes proyectan su visión de futuro hacia la democracia. Lucharán por los derechos que le son inherentes, y que desde hace tanto tiempo les han arrebatado
No sé si fue Henrry Kissinger o Cordell Hull el que dijo, refiriéndose a Anastasio Somoza, sanguinario dictador nicaragüense, " es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta ". Probablemente no pero lo que si es cierto es que siempre se comportó como si lo pensase.
Lo que está pasando en el norte de África no es muy distinto de lo vivido aquellos años. Lo malo es que, en este caso, la vieja Europa y quienes vivimos en ella somos tan culpables de lo que está ocurriendo allí como lo fue Kissinger de las dictaduras latinoamericanas.
Para los europeos, y en eso si hemos sido tan europeos como el que más, Túnez era un destino de playas con opción de una noche en el desierto y regateo en los zocos, mientras Egipto nos ofrecia además la oportunidad de que, como a los soldados de Napoleón, nos contemplasen siglos de Historia. No hemos sido capaces de ver que , detrás de tanto camarero servicial y tanto guia, había millones de ciudadanos ahogándose en la pobreza y la dictadura. No hemos sido capaces de verlo o, en muchos casos, nos tranquilizaba saber que dos o tres hijos de puta como lo de Kissinger nos permitian hacer un turismo tranquilo.
La actitud de Estados Unidos ante las revueltas de Túnez y Egipto y , peor aún, la de la vieja y durmiente Europa ha sido la del que duerme tranquilo porque los rotweilers le guardan la finca. Ha oído ladridos y algún gemido y los ha considerado una buena señal. Lo que no había previsto es que algún día todos esos inocentes mordidos y asustados por los ladridos y las fauces de sus guardianes acabarian plantándole cara al perro, porque todo en esta vida, hasta el miedo tiene un limite.
HORUS.
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